miércoles, 27 de julio de 2011

EL CAMINANTE

Nunca antes, desde mi ya lejana permanencia en las gélidas alturas de la "Atenas Suramericana", he vuelto la mirada con tan profunda nostalgia y sentimiento de irremediable desamparo hacia mi Caribe Luminoso. Ni siquiera cuando el amor se va y el sol declina. Nunca antes. PAZ EN LA TUMBA del grande intérprete y componedor de nota y son JOE ARROYO.

jueves, 15 de julio de 2010

"Una Tarde"

Cuando absorta,
sola y triste,
camines por la vida . . .
!Detente! !Vuélvete! y piensa
en el lenguaje mudo
de las rosas . . .
Ellas te hablarán
en silencio de mi amor.

JotaErre.

martes, 11 de mayo de 2010

MUCHO LAS RECUERDO

He tomado distancia de algunas mamás que, por así decirlo, bien o mal, tuvieron, en cierta medida, que ver con mi vida. Pero ya no importa. . . Igual sigue su curso indeclinable el mundo.. . Pero además, llevo en mi corazón a la más grande: "La niña Ofe".
". . . la mano que mece la cuna, dominará el mundo".
JotaErre/20010

FELIZ DÍA A MAMÁS

Para todas las mamás del mundo y de mi entorno, incluidas las hoy lejanas pero afectas a mi corazón, quiero en este especial día reiterarles mi cariño. Y a Ofelia Raquel, mi amor y gratitud, porque durante nueve fervientes meses, cocinó en su vientre mi ser que llevaré orgulloso por siempre.

Besos, abrazos.
JotaErre/09/05/2009.

martes, 13 de abril de 2010

PÉRDIDA DE VALORES HUMANOS

Prestar ayuda a ancianos en la calle y proteger a los niños para que lleguen seguros, sanos y salvos a su lugar de destino, son virtudes y deberes morales que debemos rescatar. Se me antoja como "ética de la responsabilidad".
JotaErre/2010

viernes, 9 de abril de 2010

CONTINUACIÓN. . .

Yo quiero mucho a mi suegra.

Ahora era yo el que me estaba muriendo. Dormía mal y comía peor y había abandonado la Escuela de Leyes, etapa importante de mi formación. No percibía otra alternativa posible sino bajarme del páramo y viajar inmediatamente a mi Costa Caribe, donde las brisas decembrinas son las más saludables del mundo. Pues bien, llegué al aeropuerto acompañado solamente con los fantasmas que habían asaltado mis sueños. Volé a Barranquilla a convalecer de las heridas en carne viva que me dejó en el corazón su partida hacia la deslumbrante Caracas; pero la casa de mis padres, único lugar donde me siento bien aunque me encuentre mal, con su aire renovador, me devolvió el aliento que me hacía falta para seguir viviendo. Estaba llena de juventud y alegría: mis hermanas, mis primas y primos, tías y sobrinos, Tawi y sus tardes olímpicas, Alvaro Mendiza "El Pío", los Montealegre y Diana y Sandra, sirenas de un mar remoto que anclaron en nuestras playas con la ventolera de sus mocedades. Fue una época providencial. De modos que volví a Bogotá con el ánimo restablecido y unos propósitos nuevos. De pronto la conocí. Yo al acecho de otro gran amor y ella felizmente casada. Tenía una tiendita en donde vendía de todo y los fines de semana después de mis agotadoras jornadas laborales, sigiloso aparecía por allí para tomarme algo. Todos me miraban con curiosidad de lechuza porque nadie podía entender la repetición sin término de la canción. "Señora": "Y cuando la quiera saludá digo su nombre y menciono otro pueblo". !Ay hombe! Hasta que vislumbré en el horizonte a su sobrina y se me acabaron los amores prohibidos.
(Continuará. . .)

YO QUIERO MUCHO A MI SUEGRA

A mediados de la década de los ochenta me encontraba estaciado en las nubes de un año de amores tempestuosos. Había terminado una relación difícil y sin futuro con la hija de un turco adinerado: Elizeth Abdhul. Fueron los amores más raros y espectaculares de mi vida. Duraron un año y dos meses en la ciudad de Zipaquirá con sus plenilunios, truenos, lluvias y vientos helados en un clima que Dios hizo solo para pinguinos. En todo caso, en esas andaba cuando me llamó mi suegra con cierto airecito dulzarrón e hipócrita. "Me parece" -dijo-, "que ustedes dos no tienen porvenir. "Me parece" -recalcó- "que usted, jairito, es como los marineros". Entonces se me saltó el Alter Ego y comencé un asedio tenaz en torno de la doncella; hasta que le pusieron un servicio de seguridad, así conformado: sus dos hermanas cual la más gorda, con ojos de vívora y manos de pilón, una a cada lado, y un perro especializado en tirar a la yugural. Me abrí en retirada y ya en la retaguardia, aunque ella no tenía la culpa, me defendí con las únicas armas a mi favor: le disparé una misiva que no tenía sino veinte apasionadas cuartillas con estocadas mortales en entrelíneas. Fue suficiente. Cayó en cama y me invadió el pavor pues crí que la turca se moría y para colmo de males había peridido el año. Y le llegó el castigo, por supuesto. Mi suegra querida, con porte de generala, le zampó un purgante igual de horrible a los que me daba Ofe. Agarró sus cosas, todas al mismo tiempo, sus libros, mis esquelas, sus dos uniformes, su par de botines, las tres tangas y las metió en una caja que ató con una cinta de seda color azúl. Luego, despacito. . . Muy despacito, le tejió la trenza que le llegaba hasta la cintura y la desterró a Venezuela en donde aún nadie sabe de su vida. Todavía tuve el arresto, en la reunión que me hicieron de despedida para las currambas, de empezar el discurso diciendo: .